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La Samaritana Que Vino Por Agua?

La Nación / “Una mujer samaritana llegó para sacar agua y Jesús le dijo: Dame de beber” Jn 4, 7

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino Capuchino

Jesús, el Señor de la Historia, el Principio y Fin de todas las cosas, pide a la Samaritana justamente lo que él le quiere dar: el agua, pero un agua viva. Para entender la fuerza del simbolismo del agua es necesario detenernos un poquito sobre nuestra experiencia concreta con el agua.

  1. De hecho, el agua es uno de los elementos básicos de la vida.
  2. Sin ella todo se transforma en desierto.
  3. Es imposible pensar nuestra existencia sin ella.
  4. En la tierra de Jesús (Palestina), el agua no es un elemento muy abundante y por esto es muy precioso.
  5. Los ríos no son muchos y los pozos, en aquella época, eran raros.

La lluvia que llegaba solamente en algunas épocas del año era un signo claro de la bendición del cielo para hacer fértil los campos y por eso era esperada con mucha ansia, y su no llegada significaba hambre. Además, para poder tener agua en casa era necesario un gran esfuerzo, se tenía que ir hasta el pozo, quitarla y transportarla.

(Quien ya cargó un cubo de agua por una buena distancia, sabe que este, después de un gran esfuerzo, adquiere un valor muy especial. Desperdiciarla era despreciar a quien la había traído. Tal vez hoy con el agua en la canilla nosotros ni nos damos cuenta de su valor y de su importancia). El autor sagrado sabía lo que significaba el agua para la vida humana y sabía también que todos, por experiencia propia, reconocían su inmenso valor.

Es por eso que muchas veces el Libro Sagrado usa la imagen del agua para hablar de Dios y de su relación con nosotros. Así nos dice el Salmo 63: “Señor, Tú eres mi Dios, a Ti te busco, mi alma tiene sed de Ti, en pos de Ti mi carne desfallece cual tierra seca, sedienta y sin agua”.

Este nuestro deseo del infinito, del amor, de la paz, de la felicidad es comparado a la sed. Hasta incluso puede ser sintetizado como: sed de Dios. Sin Él en nuestras vidas, somos como la tierra sin agua, esto es absoluto desierto, sin posibilidad de vida. Así como necesitamos del agua para vivir biológicamente, y perecemos en pocos días si no la bebemos, también sin Dios perecemos como persona humana.

No es posible una vida auténticamente humana sin la presencia de Dios. El cuerpo sin agua se deshidrata, la persona sin Dios se desintegra, se pierde, se anula. Jesús conoce nuestro corazón, conoce nuestra vida y nuestra fatiga, conoce nuestros deseos y proyectos, y por eso en este tiempo de cuaresma viene a nuestro encuentro y nos pide: “Dame de beber”.

  • En verdad, su pedido es una provocación.
  • Él quiere despertarnos.
  • Él quiere hacernos entender que las cosas de este mundo son efímeras y finitas, y así no pueden saciar nuestra sed de infinito.
  • Muchas veces nos ilusionamos.
  • Nos sentimos insatisfechos y corremos tras las cosas del mundo pensando que ellas pueden saciarnos.

Pensamos que lo que nos falta es un determinado bien material: una casa, un auto, un salario alto, un título, o una ropa lujosa. pero cuando lo conseguimos inmediatamente nos quedamos contentos, pero luego descubrimos que aún nos falta algo, que continuamos insatisfechos.

  • Y entonces, en nuestra ceguera, empezamos a buscar tener dos casas, o dos autos, o dos salarios, o dos títulos pero hasta hoy nadie se satisface con estas cosas, por más que lo haya conseguido.
  • La mujer samaritana del Evangelio ya había tenido cinco maridos y el actual no era suyo).
  • No existen cosas materiales que puedan satisfacer una necesidad espiritual: nuestra sed de infinito; nuestro deseo de Dios.

Es por eso que Jesús ofrece a aquella mujer un “agua viva”, un agua capaz de satisfacernos desde lo profundo de nuestro ser. Un agua que nos hace sentir saciados y realizados, aun cuando nos falten algunos bienes materiales. Un “agua viva” que se trasforma en una fuente inagotable en nuestro interior.

  • Esta “agua viva” es el Espíritu Santo.
  • Es él el Único que puede verdaderamente saciarnos.
  • Es Él quien puede darnos todo lo que necesitamos.
  • Es Él quien puede hacernos plenamente humanos.
  • A veces nos cansamos inútilmente corriendo de pozo en pozo, buscando aguas que solamente nos sacian parcialmente, cuando el único pozo que puede realmente satisfacernos es el Costado de Cristo, de donde salió Sangre y Agua, que son los Sacramentos de la Iglesia.

Cada sacramento (bautismo, confesión, eucaristía, confirmación, matrimonio, unción u ordenación) nos hace participar del misterio pascual de Cristo y nos da el Espíritu Santo. ¡Coraje, mi hermano, mi hermana! Cuaresma es tiempo de conversión. Es tiempo de recomenzar la vida.

¿Cómo se llama la samaritana que le dio agua a Jesús?

La mujer sin nombre junto al pozo fue llamada a ser discípula y evangelista.

¿Qué significa el agua en la mujer samaritana?

Capítulo 15: La mujer junto al pozo Capítulo 15 Imagen Jesús salió de Jerusalén para ir a Galilea. Viajó por Samaria y llegó a un pozo. Imagen Estaba cansado y descansó junto al pozo. Llegó una mujer samaritana a sacar agua, y Jesús le pidió que le diera agua para beber. Imagen Como los judíos usualmente no hablaban con los samaritanos, la mujer se sorprendió. Imagen Jesús le dijo a la mujer que Él podía darle el agua que causaría que nunca volviera a tener sed. Le explicó que Él era el Salvador. El agua que Él podía darle era el “agua viva” de la vida eterna. Imagen La mujer fue a la ciudad y habló con muchas personas acerca de Jesús. Ellos también fueron al pozo y escucharon a Jesús, y muchos creyeron en Sus palabras.

¿Qué parte de la Biblia habla de la mujer samaritana?

Juan 4:7-24 Poco después, llegó una mujer samaritana a sacar agua, y Jesús le dijo: —Por favor, dame un poco de agua para beber. Él estaba solo en ese momento porque sus discípulos habían ido a la aldea a comprar | Nueva Traducción Viviente (NTV) | Descargar la Biblia App ahora Poco después, llegó una mujer samaritana a sacar agua, y Jesús le dijo: —Por favor, dame un poco de agua para beber.

  • Él estaba solo en ese momento porque sus discípulos habían ido a la aldea a comprar algo para comer.
  • La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los samaritanos.
  • Entonces le dijo a Jesús: —Usted es judío, y yo soy una mujer samaritana.
  • ¿Por qué me pide agua para beber? Jesús contestó: —Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.

—Pero señor, usted no tiene ni una soga ni un balde —le dijo ella—, y este pozo es muy profundo. ¿De dónde va a sacar esa agua viva? Además, ¿se cree usted superior a nuestro antepasado Jacob, quien nos dio este pozo? ¿Cómo puede usted ofrecer mejor agua que la que disfrutaron él, sus hijos y sus animales? Jesús contestó: —Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás.

Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna. —Por favor, señor —le dijo la mujer—, ¡deme de esa agua! Así nunca más volveré a tener sed y no tendré que venir aquí a sacar agua. Jesús le dijo: —Ve y trae a tu esposo. —No tengo esposo —respondió la mujer.

—Es cierto —dijo Jesús—. No tienes esposo porque has tenido cinco esposos y ni siquiera estás casada con el hombre con el que ahora vives. ¡Ciertamente dijiste la verdad! —Señor —dijo la mujer—, seguro que usted es profeta. Así que dígame, ¿por qué ustedes, los judíos, insisten en que Jerusalén es el único lugar donde se debe adorar, mientras que nosotros, los samaritanos, afirmamos que es aquí, en el monte Gerizim, donde adoraron nuestros antepasados? Jesús le contestó: —Créeme, querida mujer, que se acerca el tiempo en que no tendrá importancia si se adora al Padre en este monte o en Jerusalén.

  • Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos.
  • Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.

El Padre busca personas que lo adoren de esa manera. Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad. NTV: Nueva Traducción Viviente Compartir : Juan 4:7-24 Poco después, llegó una mujer samaritana a sacar agua, y Jesús le dijo: —Por favor, dame un poco de agua para beber.

¿Qué significa Dame de beber en la Biblia?

« Dame de beber » implica una acción ética que reconoce la necesidad que tenemos los unos de los otros para vivir la misión de la Iglesia.

¿Cuáles fueron las actitudes de la samaritana?

La actitud samaritana es la que surge de un corazón sensible, atento, receptivo y contemplativo. Es la actitud que orienta nuestros pasos por los caminos del amor.

¿Por qué a Jesús le era necesario pasar por Samaria?

Y le era necesario pasar por Samaria.4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sichar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (San Lucas 4:43) Pero él les dijo: ‘Es necesario que también a otras ciudades’ anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.

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¿Que se significa agua viva?

Amb. Aguas que brotan del suelo y corren de manera natural. También se dice agua viva.

¿Qué quiere decir toma tu lecho?

M. cama (‖ sitio donde se echan los animales ).

¿Qué es vino espiritual?

El vino, alimento del espíritu Desde su nacimiento, hace más de 5.000 años, el vino ha formado parte de las culturas del ámbito mediterráneo de forma tan intensa que se integra en sus religiones. En algunas se convierte incluso en el mismo Dios. El vino aparece rodeado de un aura especial y, en ese sentido místico, se transforma en alimento del espíritu.

En la antigüedad se produjo una confrontación entre dos concepciones místicas radicalmente opuestas. Las religiones antiguas fueron finalmente desplazadas por las llamadas “religiones del Libro”, lo que supuso un cambio radical en la concepción misma de lo espiritual. El vino mantuvo un papel importante a pesar de esos cambios y conservó su dimensión esotérica, aunque con algunas diferencias sustanciales.

La lucha de las dos concepciones religiosas se refleja claramente en la Biblia, en la lucha del concepto hebreo (la primera religión del Libro) contra la mitología de los pueblos de Canaán, la Palestina actual, una región considerada por los judíos nada menos que como la “tierra prometida por Dios”.

En consecuencia, el “pueblo de Dios”, el pueblo judío, se atribuye el mandato divino de destruir a los pueblos que habitan Palestina. En sus mandamiento les dice “no matarás”, pero luego ordena: “Ve a Canaán y mata a todos los que encuentres allí”. Cuestión milenaria que explica muchas cosas aún hoy. La invasión puramente guerrera se viste con un manto religioso.

La samaritana que vino por agua

El enfrentamiento económico (las tribus ganaderas nómadas de Israel ambicionaban los pastos de Palestina, “tierra de leche y miel”) se envuelve de misticismo escenificando un claro enfrentamiento de dos conceptos irreconciliables: la sociedad matriarcal de la diosa Astarté, pacífica, hedonista, agrícola, es desplazada violentamente por el belicoso pueblo ganadero de Yahvé.

Se impone una religión monoteísta, de una divinidad celestial inaccesible y de culto a la muerte, frente a las divinidades ctónicas y la celebración de la vida del viejo sistema. La adoración a un dios recluido en los templos se impone al culto a la naturaleza, que se celebraba en todas partes. En el proceso, que se prolonga en el enfrentamiento entre el cristianismo y el politeísmo de Roma, el vino mantiene su carácter de elemento relacionado con la divinidad, pero cambia sustancialmente su concepción mística.

En las religiones antiguas, hedonistas y antropomorfas, el vino simboliza la unión de lo terrestre y lo espiritual, en un plano similar al que se atribuye al sexo, con el que está íntimamente relacionado en celebraciones como las bacanales o la idea tántrica de “los cinco esenciales”: cereales (simbolizan el reino vegetal), carne (el reino animal), pescado (el reino acuático), vino (el ámbito sensorial) y unión sexual (el reino de lo espiritual).

Esos cinco elementos conviven en un ritual que tiene mucho en común con las bacanales, en las que se manejan conceptos como “la borrachera sagrada” o “el sexo sagrado”. Las religiones del Libro (judaísmo, cristianismo e islamismo) repudian y combaten, con éxito, como es público y notorio, esa filosofía sensorial y se especializan en lo espiritual y en la represión de las inclinaciones hedonistas.

Conciben el paso por la tierra, el “valle de lágrimas”, como una especie de prueba iniciática para conseguir la dicha en una vida futura. El sexo se convierte en pecado (hasta el punto de que el dios de los cristianos es concebido sin intervención del sexo) y el vino pierde el carácter de vehículo de unión entre lo terrenal y lo espiritual y, para una parte de los cristianos, los católicos, adquiere el nivel máximo de bebida sagrada y pasa a ser nada menos que parte de la divinidad, la sangre de Cristo, aunque sigue siendo accesible al humano.

Hay que decir que esa separación del vino de su vínculo con el placer terrenal fue progresiva. En las primeras fases del cristianismo mantiene su carácter sensorial, continuación, como tantas otras cosas en esa nueva religión, de las prácticas paganas imperantes. El episodio de las bodas de Caná, en las que se pone en evidencia la relación estrecha del vino con los placeres de la carne, revela también que, tal como se sospecha, el fundador del cristianismo era mucho menos asceta de lo que fueron sus seguidores y de lo que difunde la doctrina oficial.

En la tercera religión del Libro, el islam, el vino escapa del alcance humano; está prohibido, como todo lo que afecta al cerebro (narcóticos), y, sin embargo, forma parte del premio que el Corán reserva a sus fieles: “He aquí el cuadro del Paraíso que ha sido prometido a los hombres piadosos: arroyos cuya agua no se malea nunca, arroyos de leche cuyo gusto no se alterará jamás, arroyos de vino, delicia de los que lo beban, arroyos de miel pura, de toda clase de frutos y del perdón de los pecados”, amén de la tantas veces prometida presencia de las huríes.

  1. La prohibición coránica no ha sido monolítica a lo largo de la historia.
  2. Abundan las referencias, sobre todo en Al-Andalus a través de los poetas cordobeses, del consumo de vino entre los musulmanes.
  3. Pero ese consumo no es únicamente una trasgresión pecaminosa más o menos disimulada (en algunas etapas el vino es denominado eufemísticamente “jarabe”, tal vez por tratarse de vinos dulces del estilo de los pedroximénez actuales).

Los sufistas, cuya filosofía concibe el mundo como una emanación de Dios, consideran al vino como un símbolo de la gracia divina y heredan una idea que tiene gran relieve en el cristianismo, aunque es mucho más antigua, la del vino como sangre divina: para griegos y romanos es la sangre de Dionisos/Baco.

Dogma de fe El vino aparece en los primeros pasos de la mitología de las religiones del Libro con un papel cargado de simbolismo. Adán y Eva se cubren con una hoja de parra cuando son expulsados del Paraíso y, según la Mishna hebrea, el árbol de la ciencia, del bien y del mal que provocó el desastre sería una viña y no un manzano.

Ese concepto tiene continuación en la interpretación cabalística del mito de Noé, un personaje, por cierto, que existe también en las tradiciones del Asia Central; según los cabalistas el mito de Noé es una alegoría del conocimiento y la borrachera simboliza el acceso al conocimiento.

Sin embargo, el episodio donde el vino adquiere todo su peso iniciático y en el que adquiere su dimensión mística cristiana es en el de la última cena, el ofrecimiento simbólico del pan y el vino, convertidos en carne y sangre de Cristo, es decir, del mismo Dios. Es una carga esotérica que se proyecta a la epopeya legendaria de la búsqueda del Grial, que es precisamente la copa utilizada por Jesús en la última cena, e interviene en la investigación alquimista de la piedra filosofal con algunos efectos colaterales: en la búsqueda del espíritu del vino se llega a los espirituosos, aprovechando el arte de la destilación, desarrollado por los árabes.

La última cena se reproduce simbólicamente en la ceremonia más importante del rito católico, la misa. No obstante, en los primeros siglos del cristianismo el ágape era real y se conmemoraba la última cena con un auténtico banquete, más o menos pródigo.

Tal vez hubo más de un exceso de aire un tanto báquico y en 363 el Concilio de Laodicea prohibió tales ágapes, que quedaron en un mero símbolo: la hostia (palabra que tiene su raíz en el latín hostis, sacrificio) y el vino. Por cierto que el vino quedó reservado a los oficiantes, de forma que los sacerdotes fueron los únicos que tenían acceso a la sangre (el vino) mientras que los fieles se conformaban con la carne (la hostia), tal como se celebra en la actualidad.

En la misa, los fieles entran en contacto directo con la divinidad y reproducen la ofrenda iniciática del pan y el vino, transformados milagrosamente en la carne y la sangre del fundador del cristianismo. Esa ceremonia, y concretamente la transformación del vino en sangre y el pan en carne, fue el origen de duras controversias, hasta el punto de provocar uno de los más sangrientos cismas de la cristiandad.

  • El Concilio de Trento estableció en el siglo XVI el dogma de fe de la “transubstanciación”, es decir el cambio milagroso de la propia sustancia del pan y del vino consagrados, que se convierten durante la Eucaristía en carne y sangre divinas.
  • La transubstanciación es para los cristianos católicos una conversión real y no simbólica, como mantenía el suizo Zwinglio, o ideal o virtual, tal como mantenía el francés Calvino, dos de los más destacados herejes de la cristiandad.

Su calificación como dogma de fe significa que los católicos han de creer en el principio de la transubstanciación al margen de lo que les digan sus sentidos. Es decir, el vino de misa tiene aspecto de vino, huele a vino (más o menos) y sabe como el vino, pero es sangre.

Y la hostia, igual. Un vino puro Con ese importante destino, el vino de consagrar no puede ser un vino cualquiera. Ha de ser un vino puro y natural obtenido de uvas (“vinum debet esse naturale de genimine vitis et not corruptum”, dice el Canon 924), según los criterios establecidos por la jerarquía católica, que ha regulado minuciosamente los procesos de elaboración del pan y el vino de consagrar a través del Canon 815 del Código de Derecho Canónico, que data de 1917.

El vino de misa, ese oscuro objeto del deseo de todo monaguillo que se precie, tiene tras sí todo un complejo entramado de normas para su elaboración, definida y controlada nada menos que por el organismo eclesiástico heredero de la Inquisición. No en vano, la ausencia de cualquiera de las tres características esenciales, natural, puro y de uva, invalida la ceremonia de la misa.

  • El vino de misa ha de estar elaborado exclusivamente con uvas y tiene que haber fermentación.
  • La norma no admite el mosto ni los vinos desalcoholizados.
  • Se acepta el vino de pasas pero no el de uvas agraces y en su elaboración y conservación no deben intervenir prácticas ni productos que alteren la naturaleza del vino o su composición.
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En la fermentación, que ha de ser “natural”, se admite el uso de levaduras cultivadas pero no el de las modernas levaduras seleccionadas. Se prohíbe la adición de productos enológicos habituales, como yeso, azúcar, colorantes o decolorantes, taninos y clarificantes, con la excepción de clara de huevo, papel puro, sílice y asbesto.

La jerarquía no considera aptos los vinos alterados o picados, pero está también prohibido el sulfitado de los vinos, aunque se admite la desinfección con sulfuroso de los depósitos y barricas, así como de los mostos. Para la conservación del vino se autoriza la pasteurización, la concentración por frío, por vacío o por calor (calor moderado y aplicado por “baño maría”, no por fuego directo; no se autoriza la adición de alcohol, salvo en el caso de que haya riesgo de que el vino se corrompa.

La adición de agua se autoriza únicamente en el momento de la Eucaristía y sólo por considerar que reproduce la práctica habitual hace dos mil años de “bautizar” ligeramente los vinos. El resultado final es un vino blanco y dulce, con 100 a 150 gramos de azúcar por litro, y la verdad es que no demasiado atractivo según los parámetros actuales ya que la prohibición de adiciones y prácticas enológicas dejan al vino desprotegido ante los agentes externos, sobre todo ante la oxidación.

¿Qué dice la Biblia acerca de la cerveza?

Dice un versículo de la Biblia, concretamente en ‘ Proverbios 31:4’, que ‘no es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la cerveza ‘.

¿Qué es la moral samaritana?

Hace referencia al corazón que ve donde se necesita a amor y actúa en consecuencia.

¿Qué hizo la mujer samaritana después de reconocer a Jesús?

Capítulo 35: El buen samaritano Capítulo 35 Imagen Jesús contó muchas historias o parábolas para ayudar a la gente a aprender la verdad. Imagen Un día un líder de los judíos le preguntó a Jesús lo que debía hacer para tener la vida eterna. El Salvador le preguntó qué es lo que las Escrituras decían. El líder dijo que un hombre debía amar a Dios y también a su prójimo. Jesús dijo que eso era cierto. Entonces el líder le preguntó: “¿Quién es mi prójimo?”. Imagen Jesús le contestó con una historia. Un día un judío andaba por el camino que llevaba a la ciudad de Jericó. Unos ladrones lo golpearon y le robaron, dejándolo al lado del camino, casi muerto. Imagen Poco después, un sacerdote judío pasó y vio al hombre, pero pasó de largo del otro lado del camino y no ayudó al herido. Imagen Pasó otro judío que trabajaba en el templo. Él vio al hombre herido, pero tampoco lo ayudó, y pasó de largo del otro lado del camino. Imagen Entonces pasó un samaritano. Los judíos y los samaritanos no se llevaban bien. Pero cuando el samaritano vio al hombre, sintió lástima por él. Atendió las heridas del hombre y le puso ropa. Lucas 10:33–34 ; Juan 4:9 ; Guía para el Estudio de las Escrituras, “Samaritanos”, págs.185–186 Imagen El samaritano llevó al hombre a un mesón y lo cuidó hasta el día siguiente. Cuando tuvo que partir, le dio dinero al encargado del mesón y le pidió que cuidara al hombre. Imagen Después de que Jesús contó esa historia, le preguntó al líder judío cuál de los tres hombres era el prójimo del hombre herido. Imagen El líder dijo que era el samaritano, porque le había ayudado. Jesús le dijo al líder judío que fuera como el samaritano.

¿Cuál es el pecado de Samaria?

1. La historia de Samaria – 1.1. Origen de la ciudad Fundación. Samaria (HEB 8111, Shomerón — שֹׁמְרוֹן) quiere decir “torre de vigía” o “atalaya”. La primera mención de la región ya nos da indicaciones de lo idólatra que llegaría a ser. “Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra de Jehová contra el altar que está en Bet-el, y contra todas las casas de los lugares altos que están en las ciudades de Samaria.” 1Rey.13.32.

  1. Esto aparece en el contexto de una profecía que un profeta de Judá anunció contra Jeroboam I.
  2. Desde acá vemos que no únicamente en Bet-el, sino en varios otros puntos de la región de Samaria, había altares en donde se adoraba ídolos, lo cual irritaba grandemente a Jehová (Am.3.12–14; Miq.1.5–7).
  3. La ciudad fue fundada por Omri, quien reinó en Israel entre 885 y 874 a.C.

Él compró el monte a Semer por dos talentos de plata, y llamó la ciudad en su nombre. “Y Omri compró a Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata, y edificó en el monte; y llamó el nombre de la ciudad que edificó, Samaria, del nombre de Semer, que fue dueño de aquel monte.” 1Rey.16.24.

A los seis años de su reinado movió la capital del reino a Samaria, pues antes se ubicaba en Tirsa (1Rey.16.23). Cuando Omri murió, le sucedió su hijo Acab (el que se casó con Jezabel) quien reinó en Samaria 22 años y levantó ahí un templo en honor a Baal. “E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria.” 1Rey.16.32.

Situación geográfica. Es importante hacer la distinción entre la ciudad de Samaria y la región de Samaria. La ciudad como tal estaba ubicada sobre una colina de entre 90 y 100 metros de altura llamada en ocaciones monte de Samaria (Am.4.1; 6.1). Desde ese punto estratégico se dominaba un fértil valle (Is.28.1).

  1. La región de Samaria estaba constituida por los territorios circunvecinos a la ciudad.
  2. La ciudad se encontraba 68Km al norte de Jerusalén y 40Km al este del Mar Mediterráneo; 11Km al noroeste de Siquem.
  3. Su ubicación sobre un monte era clave para defenderla de ataques.
  4. El único inconveniente que presentaba era que las fuentes de agua más cercanas se encontraban una milla hacia el norte, sin embargo los habitantes lograron solucionar este problema construyendo cisternas y un estanque artificial (1Rey.22.38).

La región de Samaria comprendía un área de 1400 millas cuadradas en la parte central de Palestina, en los territorios de Efraín y Manasés. Al sur colindaba con el valle de Jezreel, y al norte con el Monte Carmelo. Esta tierra era rica en producción de cereales, olivas y uvas (Os.2.21–22).

Varias rutas importantes cruzaban la región (dos de norte a sur y tres de este a oeste), lo cual permitía a los habitantes comerciar sus productos con vecinos cercanos como los fenicios, e incluso con otros más lejanos como los sirios y los egipcios. Debido a que el suelo de Samaria era mucho más fértil que el de Judea, el reino de Israel prosperó mucho más rápido que el del sur.

Sin embargo esto último también atrajo más invasores que deseaban apoderarse del territorio. Desde los primeros días, en que Omri reinaba en Samaria, iniciaron los conflictos bélicos por esa posición estratégica. Omri tuvo problemas con Ben-adad I, rey de Siria, quien le quitó algunas ciudades.

Años después Acab derrotó a Ben-adad II, pero le perdonó la vida y se estableció comercio entre Samaria y Damasco (1Rey.20.1–34). “Y le dijo Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con este pacto.

Hizo, pues, pacto con él, y le dejó ir.” 1Rey.20.34. Desarrollo como capital de Israel. Luego de Acab, reinaron Ocozías, Joram, Jehú, Joacaz, Joás, Jeroboam II, Zacarías, Salum, Manahem, Pekaía, Peka y Oseas, todos desde Samaria, hasta el año 722 a.C. El tiempo de los reyes en Samaria se caracterizó por idolatría, asesinatos, conspiraciones, guerras y muerte.

  • Cuatrocientos profetas de Asera comían a la mesa de Jezabel (1Rey.18.19), a los cuales Elías retó y ridiculizó en el Monte Carmelo, y luego los llevó presos al arrollo Cisón donde los mató.
  • En tiempos del profeta Eliseo, cuando reinaba Joram, la ciudad fue salvada milagrosamente de los Sirios (2Rey.6.8–7.20).
  • Luego, en días de Jehú, los ancianos de la ciudad (para no contrariarle) dieron muerte a todos los hijos de Acab, testificando con sus actos cuál era la condición moral del pueblo (2Rey.10.1–10).

Para el tiempo en que el rey Oseas reinaba en Samaria, los profetas Isaías, Amós, Oseas y Miqueas habían predicho la terrible destrucción de la ciudad como juicio por su pecado. “Samaria será asolada, porque se rebeló contra su Dios; caerán a espada; sus niños serán estrellados, y sus mujeres encintas serán abiertas.” Os.13.16.1.2.

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Destrucción y repoblación Sitio y caída. Samaria fue finalmente sitiada por los asirios, bajo el reinado de Salmanasar V, en el año 724 a.C. Durante tres años estuvo en asedio hasta que sus defensas cayeron, y fue conquistada por Sargón, el sucesor de Salmanasar V. “Y el rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años.

En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria, y llevó a Israel cautivo a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos.” 2Rey.17.5–6. Mucho pueblo murió o fue llevado cautivo, y la tierra quedó despoblada como juicio de Dios por la idolatría.

Y desechó Jehová a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia.” 2Rey.17.20. Un pueblo extranjero. El rey de Asiria, viendo que había conquistado una tierra fértil ubicada en una posición estratégica, decidió repoblar toda la región con colonizadores babilonios y de otras regiones (2Rey.17.24).

Sin embargo los leones del campo empezaron a hacer estragos entre estas gentes, quienes no tenían temor de Jehová (2Rey.17.25). Así que mandaron a solicitarle al rey que enviara maestros que enseñaran la religión de los israelitas a los colonos, para que cesara la mortandad (2Rey.17.26–28).

  • Un pueblo mixto.
  • Este pueblo en lugar de volverse a Jehová, hicieron una mezcla de cultos paganos con el judaísmo que practicaban los habitantes en el reino del Norte, que de por sí ya estaba muy contaminado.
  • El resultado fue más idolatría, con lugares altos en Bet-el y Samaria dedicados a las diferentes deidades traídas de cada país (2Rey.17.29–41).

Cuando el rey Josías comenzó sus reformas, intentó eliminar los cultos paganos en las regiones de Manasés, Efraín, Simeón y Neftalí, destruyendo los lugares altos (2Cr.34.6–7). Sin embargo ya la región estaba contaminada con las costumbres paganas, y así continuó.

Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel; con los cuales Jehová había hecho pacto, y les mandó diciendo: No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios.” 2Rey.17.34–35.1.3.

Conflictos posteriores al cautiverio Enemistad con Judá. Los problemas de mezcla de raza y mezcla de religión no fueron el final del conflicto. Muchos años después, cuando los judíos estaban regresando del cautiverio babilónico para reconstruir Jerusalén y el templo, los samaritanos quisieron participar de la obra (Esd.4.1).

  1. Sin embargo Zorobabel y los otros líderes prefirieron no involucrarlos.
  2. Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia.” Esd.4.3.

El “pueblo de la tierra” mencionado en Esd.4.4 estaba formado por los samaritanos y todos los demás moradores que ocupaban las regiones de Palestina cuando regresaron los judíos. Ellos amedrentaron a los que construían, para que detuvieran las obras. Y también mandaron cartas engañosas durante los reinados de Ciro, Asuero, Artajerjes y Darío para estorbar la reconstrucción de la ciudad y el templo (Esd.4.5–24). Divisiones territoriales de Palestina, al inicio del tiempo de los reyes (A) y en los días del Señor Jesucristo (B). Durante los años de silencio. Para saber qué pasó con el pueblo samaritano luego de los días de Nehemías debemos acudir a los historiadores.

  • Entre 332 y 331 a.C. la ciudad fue tomada por Alejandro Magno, y desplazó a sus habitantes a Siquem, instalando en su lugar una población de sirios-macedonios.
  • Ya desde tiempos de los reyes, los samaritanos habían instalado un lugar de culto en el monte Gerizim, que llegó a convertirse en un punto de contraposición al templo de Jehová en Jerusalén.
  • Flavio Josefo registró que los samaritanos se declaraban a sí mismos judíos cuando les convenía, pero luego según las circunstancias cambiaban su postura para decir que eran asirios.
  • Durante las persecuciones de Antíoco Epífanes, renegaron de su parentesco con la raza judía y (para quedar bien con el tirano) declararon que querían consagrar su templo en Gerizim al dios Júpiter.
  • Hacia el año 128 a.C., el gobernante y sumo sacerdote judío Juan Hircano emprendió una campaña contra los samaritanos, apoderándose de Siquem y del monte Gerizim, y destruyendo ese templo y todos los lugares de adoración.
  • Luego de un año de asedio, los judíos tomaron Samaria y la destruyeron por completo (ver Miq.1.6), inundando los alrededores con torrentes de agua en 107 a.C. para no dejar señales de su existencia.
  • Sin embargo el emperador romano Pompeyo reedificó la ciudad, la incluyó dentro de la provincia romana de Siria, y la entregó a sus habitantes originales, que habían sido desplazados por Alejandro Magno.
  • Bajo el gobierno romano recibió sucesivas reconstrucciones hasta que Herodes el Grande invirtió un gran esfuerzo en reconstruirla totalmente, y le cambió el nombre a Sebasté (forma griega del latino Augusta), en honor al emperador César Augusto.
  • En el año 6 d.C. César Augusto creó la provincia de Judea, una división de la prefectura de Siria, compuesta por las regiones de Samaria, Judea e Idumea (Edom), y designó procuradores para su gobierno y administración.
  • Esta última división política era la que estaba vigente en la época del Señor Jesucristo.

¿Cómo se llama la mujer que le dio agua?

Samaritana Cuando Jesús se enteró que los fariseos decían que Él bautizaba y tenía más discípulos que Juan el Bautista, (aunque Él no bautizaba, sino sus discípulos) decidió abandonar Judea y volver a Galilea. Tenía que pasar por la región de Samaría y llegó a un pueblo llamado Sicar en el que estaba el pozo de Jacob.

Jesús cansado del camino, se sentó a descansar al borde del pozo. Los discípulos se habían ido a comprar algo para comer porque era cerca del mediodía. En esto, una mujer samaritana llegó al pozo para sacar agua y Jesús le dijo: “Dame de beber”. La samaritana le dijo: “¿Cómo es que tú que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?”.

Hay que tener en cuenta que estaba muy mal visto que un hombre entablara conversación con una mujer en un lugar público y que los judíos no se llevaban bien con los samaritanos. Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y Él te la daría”.

  1. Ella le dijo: “Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo.
  2. ¿De dónde vas a sacar ese agua viva? ¿Eres tú mejor que nuestro padre Jacob que nos dió este pozo para que pudiéramos beber?” Jesús le contestó: “El que beba de esta agua volverá a tener sed otra vez, pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás y además esa agua será en él como un manantial que salta hasta la vida eterna”,

Entonces la mujer le dijo: “Señor, dame de esa agua para no tener más sed y no tener que venir al pozo a sacarla”, Jesús contestó: “Anda ve a llamar a tu marido y vuelve aquí”, La mujer dijo: “No tengo marido”, Jesús le dijo: “Has dicho muy bien al decir que no tienes marido porque cinco has tenido y el que tienes ahora no es tu marido.

  1. Has dicho la verdad”.
  2. La mujer le dijo: “Señor veo que eres un profeta.
  3. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte pero vosotros los judíos decís que hay que adorarlo en Jerusalén”,
  4. Jesús le dijo: “Créeme mujer, pronto no adoraréis al Padre ni en este monte ni en Jerusalén.
  5. Los que de verdad quieran adorar a Dios lo harán en espíritu y en verdad”.

Entonces la mujer le dijo: “Sé que un día vendrá el Mesías, es decir, el Cristo, y entonces él nos aclarará todo”, Jesús le dijo: “Soy yo, el que está hablando contigo”. : Samaritana

¿Cuál era el nombre de la mujer adúltera?

13 marzo 2018 La Samaritana Que Vino Por Agua Pie de foto, La actriz Rooney Mara interpreta el papel de María Magdalena en la cinta dirigida por Garth Davis. (Foto: Universal) María Magdalena, una prostituta que fue redimida por Jesucristo. Esa concepción muy extendida a lo largo de la historia del cristianismo es la que busca refutar una nueva película que llega a las carteleras este marzo: “María Magdalena”,

  1. Desde “Jesús de Nazaret”, “Jesucristo Superestrella” y hasta “La última tentación de Cristo” han sido las cintas, dramas de televisión y espectáculos que han representado a María Magdalena como una mujer caída redimida por el Hijo de Dios.
  2. Sin embargo, “María Magdalena” invierte el guion para mostrar a esa mujer bajo una nueva luz: una libre pensadora independiente que dio testimonio de la muerte y resurrección de Jesús y que merece ser considerada apóstol por derecho propio.

Fuente de la imagen, Getty Images Pie de foto, La noción de que María Magdalena era una pecadora redimida por Jesucristo se ha extendido a largo de los siglos a través de la literatura y de creaciones artísticas. Es un territorio profundamente polémico, contrario a la versión ampliamente aceptada sobre la vida pecaminosa de esa mujer.

¿Quién le da de beber a Jesús cuando cargaba la cruz?

Según los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas, Simón de Cirene o El Cirineo, padre de Alejandro y Rufo, fue la persona encargada de ayudar a Jesús a cargar con la cruz en el día de su crucifixión y muerte.