Significado de Al pan, pan, y al vino, vino Al pan, pan, y al vino, vino es un refrán popular que invoca la franqueza y la necesidad de hablar con claridad sobre las cosas. Se usa para exigir a las personas hablar de manera directa y sin rodeos para poder arrojar luz sobre los asuntos que se discuten o sobre aquellas informaciones que se piden.
Se puede desglosar el refrán de la siguiente manera: el pan debe ser llamado pan y el vino debe ser llamado vino. Esto quiere decir que cada cosa sea llamada por su nombre. En este sentido, este popular refrán, muy usado por demás, resalta el valor de la franqueza del discurso y la valentía. Tiene, en cierto sentido, un propósito práctico.
Mientras más se demore una persona en abordar las cosas por su nombre y con apertura, más difícil serán las situaciones que se desarrollen. El refrán tiene algunas variantes. Por ejemplo, en algunas sociedades añaden ciertas palabras: “Decir pan al pan y vino al vino”.
¿Qué significado tiene el pan y el vino en la Biblia?
Cada vez que coman de este pan y beban de este vino, estarán anunciando la muerte del Señor hasta que él regrese. Entonces, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor de una manera que no va de acuerdo con su verdadero significado, estará cometiendo un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Por eso, cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan o beber de la copa. Porque el que come y bebe sin considerar a los que forman el cuerpo del Señor, se condena a sí mismo. Por esto hay muchos entre ustedes que están enfermos y débiles, y también muchos otros han muerto. Si nos examináramos bien, no seríamos condenados.
Pero cuando el Señor nos castiga es para mostrarnos el camino correcto, para no tener que condenarnos con el resto del mundo. PDT: La Biblia: La Palabra de Dios para todos
¿Cuál es el significado del pan?
1.m. Alimento que consiste en una masa de harina, por lo común de trigo, levadura y agua, cocida en un horno.
¿Qué significa el pan de la vida?
YO SOY EL PAN VIVO, QUE HA BAJADO DEL CIELO (Jn.6, 44-51) El día de hoy nos encontramos con un evangelio muy eucarístico, un evangelio en donde Jesús se entrega física y espiritualmente a la humanidad. Una de las necesidades básicas del ser humano para poder estar con vida es el alimento, fuente de energía y vitalidad, de la cual depende nuestra existencia.
- En este contexto Jesús se afirma como; “Yo soy el pan de la vida”.
- Un Jesús que se ofrece como alimento, generador de vitalidad, para todo el que coma de Él.
- Si lo tratamos de comprender con elementos nutricionales podríamos decir que nuestro cuerpo necesita diferentes elementos para mantenerse en buenas condiciones, es necesario el consumo de hidratos de carbono (azúcar), que nos aporta energía para que nuestros órganos funcionen, proteínas que nos dan estructura, principalmente nuestros músculos y las grasas, benéficas para que nuestras hormonas funcionen adecuadamente y mantengamos un equilibrio fisiológico, entre otras tantas.
Así Jesús, como pan de vida, nos aporta energía a nuestro espíritu para mantener nuestra unidad con Dios, para mantenernos firmes ante las adversidades, ante esos momentos de dolor y desesperación en donde nos damos cuenta de que nuestras propias fuerzas no son suficientes.
Allí entra la fuerza, la energía de Dios que nos levanta, nos alienta y nos empuja a seguir disfrutando de la vida. Jesús, así como las proteínas, da estructura a nuestra vida, nos conduce al bien, nos regala la capacidad de discernimiento, de conocer nuestras miserias, pero también, de conocer nuestras virtudes para ser felices y finalmente como las grasas, nos permite mantenernos equilibrados en esas cosas que no se ven a simple vista, pero las que podemos sentir, nuestras emociones, pero, sobre todo, nos enseña a amar.
Jesús es el pan bajado del cielo para nutrirnos, para darnos la vida eterna, quien nos inyecta energía, quien nos da estructura y quien nos regala la plenitud mediante el equilibrio de nuestro sentir; nos conceda parecernos cada vez más a Él, mediante la configuración en el amor, un amor hasta el extremo.
¿Qué valores representa el símbolo del pan?
Compartir el pan era un símbolo de amistad en casi todas las culturas. La germinación del grano, el nacimiento y muerte de la planta, y su vuelta a la vida, dan la idea de la resurrección, a la que todas las religiones del mundo antiguo aluden.
¿Qué significa el pan en la Iglesia?
El sacerdote después de la comunión guarda en el sagrario el pan consagrado, que es el Cuerpo de Cristo. Así puede ser llevado a los enfermos y a aquellos que están a punto de morir y pasar a la casa del Padre.
¿Qué representa el pan en lo espiritual?
En el Antiguo Testamento, el trigo y el pan son símbolos de la fecundidad de la tierra, jugando un papel importante en los sacrificios y las festividades judías. En el Nuevo Testamento se asocian los frutos de la tierra con un don de la divinidad y el simbolismo del trigo con la gracia celestial.
¿Cómo se puede entender el pasaje de Mateo 4 4 No solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios?
Ilustración: Rocío Raya. Esta expresión procede de la Biblia y su intención primera era significar que el hombre necesita para vivir, además de alimentarse y de poseer bienes materiales, cubrir sus aspiraciones espirituales, Y más concretamente, en este caso se refiere a las religiosas.
- La frase está extraída del Evangelio según San Mateo (4: 3-4), cuando Jesús es llevado al desierto por el Espíritu Santo para que le tentase el diablo.
- Cuando este último le pide que convierta unas piedras en pan como demostración de que es el hijo de Dios, Jesús le responde: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Este proverbio, con el transcurso del tiempo, ha pasado a utilizarse para otro aspecto muy alejado del cuidado de las cuestiones espirituales: señalar que las personas tienen que comer, pero también satisfacer sus necesidades sexuales, Las referencias a este dicho son extensas, como en El guitón Onofre (1604), de Gregorio González ; El visitador del pobre (1860), de Concepción Arenal ; o Personas, obras, cosas (artículos y ensayos escritos entre 1904 y 1912 y publicados en 1916), de José Ortega y Gasset,
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¿Que quiso decir Jesús en Juan 6 35?
Comentario del San Juan 6:35, 41-51 – Working Preacher from Luther Seminary El texto de Juan 6:35, 41-51 es la continuación del encuentro de Jesús con aquellos que comieron el pan y los peces. Pero en este escenario la actividad ministerial de Jesús es anunciarse como el bajado del cielo que conoce al Padre y enseñar que él es pan de vida y agua de vida.
La identificación con el Padre y su encarnación en la vida de este mundo para que quien coma de él no muera y viva para siempre. Hace unos años una de mis profesoras de religión nos contó un relato acerca de lo que piensan los no cristianos de los cristianos. Había dos personajes en la historia. Un reportero y el Mahatma Gandhi.
El reportero estaba interesado en hacer una nota sobre el Mahatma Gandhi, conocido en el mundo entero por su lucha usando la no violencia. Lo interesante del relato es la respuesta sobre el cristianismo. “Gandhi, dígame por favor: ¿Qué piensa usted de los cristianos?” La respuesta fue la siguiente: “Tome usted una piedra del río y tráigamela.” El hombre tomó una piedra del río, se la entregó a Gandhi, y éste le dijo: “Ese río siempre tiene agua y nunca se ha secado; por lo tanto esta piedra esta húmeda.
- Ahora ayúdeme a partir la piedra.” Partieron la piedra y encontraron que el centro de la piedra estaba seco; la humedad había ingresado en algunas capas de la piedra pero no el centro de la misma.
- Gandhi respondió: “Los cristianos han recibido la enseñanza de Jesús por más de dos mil años y el evangelio de Jesús y sus enseñanzas han quedado en la superficie y no han llegado al centro de la vida.” Este relato me hizo reflexionar sobre la fragilidad del ser humano, y es en medio de esta fragilidad que Jesús irradia vida.
Como dice el apóstol Pablo: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (II Corintios 4: 6-7).
Las palabras de Jesús y la identidad de Jesús: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás” (v.35). El pan y el agua con los que se identifica Jesús son dos elementos importantes en la vida. Jesús es el Hijo de Dios que viene al mundo para no perder uno solo de los que su padre le encargó: “La voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da” (v.39).
Aunque algunos de los líderes del pueblo y quienes conocían a Jesús como el hijo de María y del carpintero José comenzaron a murmurar, Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros” (v.43). Los líderes y demás personas no aceptan a Jesús. Ellos ven las señales y comieron del pan, pero no creen.
- El hijo de alguien del pueblo, alguien como ellos, no puede ser el Mesías anunciado por los profetas.
- Por eso no creen.
- Ellos se quedan en la superficie.
- La expresión “Yo soy” introduce la explicación de una palabra o de un gesto con el que se señala la superioridad del don traído por Jesús.
- Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final” (v.44).
Jesús les habla y ellos desconfían. Por eso murmuran en contra de Jesús. No aceptan que Jesús haya sido enviado al mundo para darles vida. Este es como el ejemplo de la piedra tiene el centro seco. Los judíos recibieron el mensaje de los profetas, pero ven a Jesús y no lo ven como el enviado de Dios.
- El evangelio según Juan conecta a Jesús con el pasado llamando a recordar las antiguas enseñanzas.
- Todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí” (v.45).
- En Jesús se están cumpliendo las enseñanzas de los antepasados israelitas, y si los líderes escucharon al Padre, también deberían prestarle atención ahora a Jesús.
“El que cree en mí tiene vida eterna” (v.47b). Nuevamente el llamado de Jesús a creer. Únicamente a través de Jesús hay verdadera vida. Juan nos presenta con claridad la acción de creer. Esta empieza en el personal encuentro con Jesús, viendo y creyendo en la presencia de Dios a través del pan de vida.
Jesús tiene como función ser dador de vida. Este es el rol de Jesús en la salvación. El es verdadero dador de vida. Jesús mismo es el objeto del discurso sobre el pan de vida. El maná que comieron sus antepasados no impidió que murieran. Jesús ofrece el alimento que da vida eterna, y tienen libertad para aceptarlo o no.
Sugerencias para la prédica: 1. Jesús es el pan de vida. A través de Jesús podemos tener vida eterna. El que come de este pan y bebe de esta agua no volverá a tener hambre ni sed. Jesús es la imagen del Padre; aquel que vio al Padre es el único que puede testificar de la vida.2.
- Juan nos presenta a los judíos murmurando ante la identificación de Jesús como el dador de vida o el Mesías esperado por todos los judíos.
- No es reconocido en su propia tierra como alguien que ha recibido ese gran don.
- Pero Jesús camina con la gente y obra los milagros para alimentar su fe, y cuando se presenta como el pan de vida, agrega que él es el Mesías del cual hablaron los profetas y reyes.
Justamente cuando se presenta como el que esperaron sus ancestros, algunos se rehúsan a creer y empiezan a criticar, quedándose en la superficie de la acción de Jesús, sin profundizar en su entendimiento.3. Juan nos presenta a un Jesús que llama a la gente a no “murmurar” de su condición humilde que es una parte inseparable de su identidad.4.
¿Qué quiere decir la frase Hagan esto en memoria mía?
Solemnidad de Corpus Christi: «Hagan esto en memoria mía» Homilía del Papa Francisco, en San Juan de Letrán, en la celebración eucarística de Corpus Christi. ***** El apóstol Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto, refiere por dos veces este mandato de Cristo en el relato de la institución de la Eucaristía.
Es el testimonio más antiguo de las palabras de Cristo en la Última Cena. «Hagan esto». Es decir, tomen el pan, den gracias y pártanlo; tomen el cáliz, den gracias y distribúyanlo. Jesús manda repetir el gesto con el que instituyó el memorial de su Pascua, por el que nos dio su Cuerpo y su Sangre. Y este gesto ha llegado hasta nosotros: es el «hacer» la Eucaristía, que tiene siempre a Jesús como protagonista, pero que se realiza a través de nuestras pobres manos ungidas de Espíritu Santo.
«Hagan esto». Ya en otras ocasiones, Jesús había pedido a sus discípulos que «hicieran» lo que él tenía claro en su espíritu, en obediencia a la voluntad del Padre. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio. Ante una multitud cansada y hambrienta, Jesús dice a sus discípulos: «Dénles ustedes de comer» (Lc 9,13).
En realidad, Jesús es el que bendice y parte los panes, con el fin de satisfacer a todas esas personas, pero los cinco panes y los dos peces fueron aportados por los discípulos, y Jesús quería precisamente esto: que, en lugar de despedir a la multitud, ofrecieran lo poco que tenían. Hay además otro gesto: los trozos de pan, partidos por las manos sagradas y venerables del Señor, pasan a las pobres manos de los discípulos para que los distribuyan a la gente.
También esto es «hacer» con Jesús, es «dar de comer» con él. Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre (cf.
Jn 6,48-58). Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos. Hacer y también partir. Partir: esta es la otra palabra que explica el significado del «hagan esto en memoria mía».
Jesús se ha dejado «partir», se parte por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron «al partir el pan» (Lc 24,35).
Recordemos la primera comunidad de Jerusalén: «Perseveraban en la fracción del pan» (Hch 2,42). Se trata de la Eucaristía, que desde el comienzo ha sido el centro y la forma de la vida de la Iglesia. Pero recordemos también a todos los santos y santas –famosos o anónimos–, que se han dejado «partir» a sí mismos, sus propias vidas, para «alimentar a los hermanos».
Cuántas madres, cuántos papás, junto con el pan de cada día, cortado en la mesa de casa, se parten el pecho para criar a sus hijos, y criarlos bien. Cuántos cristianos, en cuanto ciudadanos responsables, se han desvivido para defender la dignidad de todos, especialmente de los más pobres, marginados y discriminados.
- ¿Dónde encuentran la fuerza para hacer todo esto? Precisamente en la Eucaristía: en el poder del amor del Señor resucitado, que también hoy parte el pan para nosotros y repite: «Hagan esto en memoria mía».
- Que el gesto de la procesión eucarística, que dentro de poco vamos a hacer, responda también a este mandato de Jesús.
Un gesto para hacer memoria de él; un gesto para dar de comer a la muchedumbre actual; un gesto para «partir» nuestra fe y nuestra vida como signo del amor de Cristo por esta ciudad y por el mundo entero. Audio de la homilía en italiano: