Que Vino A Enseñarnos Jesus?
Ramón Cortés
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“El símbolo de Jesús y del lugar que ocupa en nuestros corazones debe ser una vida totalmente entregada a Su servicio, a amar y cuidar a los demás”. Cuando Jesús fue llevado ante Pilato, después de una obscura noche llena de odio, de insultos y de maltrato, el orgulloso Procurador romano rápidamente pudo darse cuenta de que éste no era un hombre común.
- Jesús no manifestó ninguna actitud servil ni el falso valor característico de aquellos que suplicaban misericordia ante el poder del imperio de Roma; sino que permaneció en silencio ante el orgulloso romano; con la cabeza erguida, majestuoso, con porte dócil pero al mismo tiempo digno de un rey.
- ¿Luego, eres tú rey?”, inquirió Pilato ( Juan 18:37 ).
Jesús, el Rey de Reyes, cuyo Padre le hubiera dado “más de doce legiones de ángeles” ( Mateo 26:53 ) si tan sólo se lo hubiera pedido, cuya gloria y majestad trascendían cualquier cosa que Pilato o cualquier otro hombre hubiese podido comprender, respondió con sencillez: “Tú dices que yo soy rey.
- Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad” ( Juan 18:37 ).
- Pilato, un hombre débil e indeciso, carente de integridad e indiferente a los principios correctos, replicó en tono cínico: “¿Qué es la verdad?” ( Juan 18:38 ).
- Luego, aunque no halló en Jesús ningún delito y además sabía con certeza que Él no era ningún agitador político ni una amenaza para el poder y la autoridad de Roma, Pilato cedió a la presión de la multitud sedienta de sangre, y entregó a Cristo a quienes lo irían a crucificar.
“Para esto he venido al mundo”. ¿Y qué era esto ? ¿Por qué Jesús, el Señor Dios omnipotente, que se sienta a la diestra del Padre, creador de mundos sin fin, legislador y juez, condescendió venir a la tierra para nacer en un establo, vivir la mayor parte de su existencia terrenal en la obscuridad, caminar por los polvorientos senderos de Judea proclamando un mensaje al que violentamente muchos se oponían, para ser al final traicionado por uno de Sus allegados más íntimos, y morir entre dos malhechores en la sombría colina del Gólgota? Nefi, que se glorió en “Jesús, porque él ha redimido mi alma del infierno” ( 2 Nefi 33:6 ) comprendía la motivación de Cristo: “Él no hace nada a menos que sea para el beneficio del mundo; porque él ama al mundo, al grado de dar su propia vida para traer a todos los hombres a él” ( 2 Nefi 26:24 ).
- El amor que sentía por todos los hijos de Dios fue lo que llevó a Jesús, único en su perfección sin pecado, a ofrecerse como rescate por los pecados de los demás.
- Como dice la letra de un himno predilecto: “Pues el Señor Su vida dio y con Su sangre nos salvó” ( Himnos, N° 106).
- Ésa fue, entonces, la causa sublime que trajo a Jesús a la tierra a “sufrir y por los hombres a morir”.
Vino como “cordero sin mancha y sin contaminación” ( 1 Pedro 1:19 ) para expiar nuestros pecados para que Él, al ser levantado sobre la cruz, pudiese atraer a sí mismo a todos los hombres (véase 3 Nefi 27:14 ). Según las acertadas palabras de Pablo: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” ( 1 Corintios 15:22 ).
El símbolo de su triunfo sobre la muerte es la tumba vacía. Aquel al que “levantó Dios al tercer día” ( Hechos 10:40 ) desató las “ligaduras de esta muerte temporal, de modo que todos se levantarán” ( Alma 11:42, cursiva agregada) y lograrán “la victoria sobre la tumba” ( Mormón 7:5 ). En Él “el aguijón de la muerte es consumido” ( Mosíah 16:8 ).
No obstante, Jesús vino a traer no sólo la inmortalidad, sino también la vida eterna a los hijos de nuestro Padre. A pesar de que la Expiación de Cristo proporciona la resurrección de las personas de todo el universo, ya sea que lo merezcan o no, el don de la vida eterna, o sea la vida con el Padre y el Hijo, en Su presencia perfecta, está reservado para los fieles, para aquellos que manifiestan su amor por Cristo mediante su deseo de seguir Sus mandamientos y hacer convenios santos y guardarlos.
- El que tiene mis mandamientos, y los guarda”, nos recuerda Jesús, “ése es el que me ama” ( Juan 14:21 ).
- Tal como lo han declarado los profetas a través de los tiempos, únicamente si hacemos convenios sagrados y los guardamos, esos sagrados acuerdos celestiales entre Dios y el hombre, llegaremos a ser “participantes de la naturaleza divina” y escapar a “la corrupción que hay en el mundo” ( 2 Pedro 1:4 ).
Antes que nada, Jesús vino a la tierra como el Salvador expiatorio que murió para que todos pudiesen tener “paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero” ( D. y C.59:23 ). Sin embargo, vino también por otra razón: para servir como ejemplo para todos del potencial divino del hombre, la norma mediante la cual debemos medir nuestra vida.
Aquel que proclamó Su divinidad a la mujer samaritona en el pozo de Jacob (véase Juan 4 ) nos exhorta a ser “aun como yo soy” ( 3 Nefi 27:27 ), a ser perfectos “como yo, o como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” ( 3 Nefi 12:48 ). Desde lo más hondo de esa inefable perfección, Él nos hace el llamado de cuidar a los enfermos, a los pobres, a los afligidos, a orar y a sentir compasión hacia todos los hijos de Dios, porque “Dios no hace acepción de personas” ( véase Hechos 10:34 ).
Para Él no hay barreras de raza, género ni idioma: Según explicó Nefi: “a nadie de los que a él vienen desecha, sean negros o blancos, esclavos o libres, varones o mujeres; y se acuerda de los paganos; y todos son iguales ante Dios” ( 2 Nefi 26:33 ).
A aquellos de entre nosotros que se preguntan quién es nuestro prójimo, Él habló del buen samaritano; del pastor que dejó a sus noventa y nueve ovejas para ir a buscar a la que se le había perdido; y del hombre que “hizo una gran cena” a la cual invitó “a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos” ( Lucas 14:16,21 ).
Jesús, el Maestro Supremo, a menudo enseñaba verdades eternas que extraía de las experiencias comunes de la vida. Una de esas lecciones tiene que ver con la necesidad que tenemos de dar con espíritu de sacrificio y con la verdadera intención de bendecir a los que sean menos afortunados que nosotros.
- Lucas anotó en el registro que cuando Jesús se sentó en el templo, observaba a los que ponían sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
- Algunos depositaban su obsequio con actitud piadosa y sinceridad de propósito, pero otros, aunque daban grandes sumas de plata y oro, lo hacían de manera ostentosa, principalmente para ser vistos de los hombres.
Entre las largas filas de donantes se encontraba una viuda pobre, quien depositó en el arca de las ofrendas todo lo que tenía, dos pequeñas monedas de bronce conocidas como blancas, que juntas sumaban menos que el valor de medio centavo en dinero americano.
- Percatándose de la desproporción que había entre lo que ella dio y las ofrendas cuantiosas de algunos otros, Jesús proclamó: “En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos”.
- Si bien el rico había dado de su abundancia, “ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía” ( Lucas 21:1–4 ).
Jesús sabía que la cantidad que damos no es lo que importa. De acuerdo con la aritmética de los cielos, el valor lo determina la calidad y no la cantidad. Para Dios, lo que es aceptable es la intención del corazón y de la mente bien dispuesta (véase 2 Corintios 8:12 ).
Jesús sentía un amor especial hacia los niños. Tanto en el viejo continente como en el nuevo, los exhortó a venir a Él (véase Lucas 18:16 ; 3 Nefi 17:21–24 ). En el registro nefita se encuentra asentado el dulce testimonio del tierno amor que Cristo tiene hacia los pequeñitos: “y tomó a sus niños pequeños, uno por uno, y los bendijo, y rogó al Padre por ellos.
“Y cuando hubo hecho esto, lloró” ( 3 Nefi 17:21–22 ). Jesús sabía que los niños son puros y sin pecado, “si no os volvéis y os hacéis como niños”, dijo, “no entraréis en el reino de los cielos” ( Mateo 18:3 ). El rey Benjamín, el gran profeta nefita, explicó lo que significa llegar a ser como un niño: “sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente imponer sobre él” ( Mosíah 3:19 ).
- En un mundo en el que día a día presenciamos tanta indiferencia insensible hacia los menos afortunados, Jesús habló de la necesidad de dar de comer al hambriento, de dar de beber al sediento, de dar albergue al forastero, de vestir al desnudo y de visitar a los enfermos y a los encarcelados.
- En una de las pruebas más difíciles del ser un discípulo de Cristo, el Señor nos exhortó: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” ( Mateo 5:44 ).
Nos recordó que al hacer actos de caridad en beneficio de los demás, incluso de aquellos que algunos consideran los “más pequeños”, “a mí lo hicisteis” (véase Mateo 25:35–45 ). Enseñó no sólo acerca de la obligación que tenemos de ayudarnos los unos a los otros temporalmente, sino también en cuanto a las consecuencias poderosas, eternas y espirituales que esto conlleva.
En verdad, todos Sus mandamientos, al final de cuentas, son espirituales y no sólo temporales. Por lo tanto, las Escrituras nos amonestan que “a fin de retener la remisión de pecados de día en día, para que sin culpa ante Dios de bienes al pobre, cada cual según lo que tuviere” ( Mosíah 4:26 ). Por tanto, a fin de cuentas, la mejor manera de manifestar nuestra devoción a Cristo y nuestro deseo de seguir Sus pasos es por la forma en que vivimos y le servimos.
El símbolo de Jesús y del lugar que ocupa en nuestros corazones debe ser una vida totalmente entregada a Su servicio, a amar y cuidar a los demás, a una consagración total a Cristo y a Su causa; a un renacimiento espiritual que produce “un gran cambio” en nuestros corazones y nos prepara para recibir “su imagen en rostros” ( Alma 5:13–14 ).
El tomar el nombre del Señor sobre nosotros significa que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que Él requiera de nosotros. Alguien ha dicho que el precio de una vida cristiana es el mismo de siempre: es sencillamente dar todo lo que poseemos sin retener nada, ” todos pecados para conocer ” ( Alma 22:18 ).
Cuando no vivimos de acuerdo con las normas del Señor por pereza, indiferencia o iniquidad; cuando somos inicuos o crueles, egoístas, sensuales o frívolos; en cierto sentido estamos crucificando de nuevo al Señor. Cuando en todo momento nos esforzamos por ser lo mejor; cuando estamos al cuidado de los demás y les servimos; cuando superamos el egoísmo con el amor; cuando ponemos el bienestar de los demás antes que el nuestro; cuando llevamos las cargas los unos de los otros y ” con los que lloran”; cuando ” a los que necesitan de consuelo, y testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar” ( Mosíah 18:8–9 ), es entonces que honramos al Señor, recibimos Su poder y llegamos a ser más y más como Él, haciéndonos más y más resplandecientes, si perseveramos, “hasta el día perfecto” ( D.
- Y C.50:24 ).
- No hay voz que pueda declarar, ni lengua que pueda proclamar la plenitud del ejemplo indescriptible de Cristo.
- Las palabras de Juan, el amado, dicen: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” ( Juan 21:25 ).
Termino en donde comencé, con las majestuosas palabras de Cristo a Pilato: “Para esto he venido al mundo”. Cuan agradecidos debíamos estar de que Él vino hace dos mil años, para expiar nuestros pecados y establecer el ejemplo para nuestras vidas. Nosotros proclamamos esa gran verdad a todo el mundo.
¿Que nos enseñó Jesús cuando dio su vida por nosotros?
Jesús es importante para nosotros porque mediante Su expiación, Sus enseñanzas, Su esperanza, Su paz y Su ejemplo, Él nos ayuda a cambiar nuestra vida, a afrontar las pruebas y a seguir adelante con fe en nuestro camino de regreso a Él y a Su Padre.
¿Que nos enseña Jesús cómo maestro?
Jesús el buen Maestro – ULADECH CATÓLICA: Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote En este mes de julio nuestra Patria Peruana rinde un merecido homenaje al maestro, por su entrega generosa y su noble tarea de forjar sabiduría en los futuros ciudadanos que dirigirán los destinos del país.
Esta fecha celebramos el Día del Maestro debido a que el Libertador José de San Martín fundó la primera Escuela Normal de Varones el 6 de julio de 1822. La docencia es por esencia una profesión exigente. En la actualidad necesitamos educadores que entiendan la enseñanza como una actividad práctica y ética, cuyo fin sea la formación de ciudadanos responsables como seres biológicos y culturales, constructores del futuro.
El educador debe mirar más allá del aquí y del ahora, de la escuela y del presente, demostrar continuamente con hechos su capacidad de ser y de hacer, trascender en el tiempo y en el espacio. En educación, el educador conforma la columna vertebral de cualquier institución para ejercer las funciones que le corresponden como miembro activo dentro del sistema en el que está inmerso.
- El docente debe tener un “conjunto de conocimientos, capacidades y habilidades, actitudes en un nivel de competencia que satisfaga los estándares de una determinada profesión, generar una actitud crítica y reflexiva en el estudiante; es decir, que da lugar a una enseñanza de verdadera calidad.
- Un elemento inherente a la calidad que debemos destacar es el papel más activo del estudiante en el proceso de aprendizaje” (Luis Piscoya).
El docente cumple un rol importante en la educación integral de los estudiantes, que es el de formar la conciencia moral del estudiante y propiciar el desarrollo de las virtudes cristianas que son la base de la convivencia humana. El paradigma de todo docente es Jesús, el pedagogo por excelencia,
El hijo del hombre es el maestro sabio, sencillo, prudente, profético, es el maestro “del anuncio fundamental del Reino. Cristo es el anunciador perfecto de la sustancia del mensaje cristiano” (Mons. Gianfranco Ravasi). Jesús es el maestro de la conversión, a tiempo completo, su vida es una enseñanza,
Los evangelistas nos dicen que “Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades” (Mt 4,23). “Su manera de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la Ley” (Mc 1,22).
- Su vida siempre ha sido y será una enseñanza, por su estilo de vida.
- La pedagogía de Jesús es de conversión, de amor y de misericordia.
- Que el Dios de la vida y de la misericordia bendiga a cada uno de ustedes maestros, especialmente de nuestra Universidad ULADECH Católica con la salud, el bienestar y la sabiduría, en su caminar de enseñanza.
¡Felicidades hermanos docentes! Pbro. SABOGAL OSORIO GIOVANNI DANIEL Capellán de ULADECH Católica : Jesús el buen Maestro – ULADECH CATÓLICA: Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote
¿Qué es el vino de Jesús?
Resumiendo, el vino que bebió Jesús en su última cena pudo haber sido un caldo algo dulce y especiado, con unos 10 grados de alcohol y proveniente de la vinificación de una variedad de uvas antepasado de la Syrah.
¿Que nos enseña el ejemplo de Jesús?
Resumen del ejemplo de Cristo : ‘Amarás al Señor tu Dios de todo el corazón, de toda tu fuerza, con toda tu mente, con toda tu alma, y al prójimo como a tí mismo. Todo es de gracia. Seguimos su ejemplo no porque tengamos en nosotros virtudes inherentes.
¿Cuáles son los valores que Jesús nos ha enseñado?
LOS VALORES DEL REINO (Mt.11, 20-24) Los milagros que Jesús realizaba eran la prueba y la señal de la presencia y acción de Dios en Jesucristo. Es por ello por lo que la falta de respuesta en la conversión al mensaje y milagros de Jesús por parte de las ciudades impenitentes significaban rechazo a Dios y a su reino,
- El reinado de Dios en nosotros comienza también por nuestra conversión a los valores del reino : santidad, verdad, justicia, amor y paz; frente a los del tener: dinero, poder, soberbia, dominio e influencia.
- En el interior de la persona es donde ha de germinar la semilla del reino, porque del corazón humano brota todo lo bueno y lo malo que vemos en el mundo, como lo anunció Cristo.
Solamente, si nos convertimos a los calores del reino abandonaremos los criterios del mundo y del hombre terreno, asimilando las actitudes básicas que proponen las bienaventuranzas de Jesús: pobreza, hambre y sed de fidelidad, fraternidad, solidaridad, no violencia, reconciliación, perdón y amor al hermano, incluso al enemigo.
- Sin esta conversión en profundidad es imposible el cambio de estructuras en la familia y la sociedad, en la política y la economía; pues la trampa del viejo egoísmo se agazapará en la ley y situaciones nuevas, perpetuando así el desamor, la explotación del otro y la opresión del más débil.
- Únicamente la levadura que actúa desde dentro, es decir, la opción evangélica, puede transformar la masa entera y hacer efectivo el proyecto del reino en nuestra vida personal y nuestro ambiente.
Motivémonos pues, para crecer como personas y como cristianos; porque esa es la regla evangélica del juego y la ley del reinado de Dios, ley de crecimiento a todos los niveles. De lo contrario, estaremos limitados al raquitismo, las malformaciones y la esclerosis espiritual.
- Que el Señor nos abra los ojos para vernos tal como somos.
- Que Él nos conceda el espíritu joven del Evangelio para amar cada día más, para empezar la vida cada mañana.
- Dios es muy espléndido; espera tan sólo un atisbo de generosidad por nuestra parte para darnos con creces y hacer fructificar nuestro esfuerzo hasta el ciento por uno.
Para eso hay un secreto: vivir en perenne estado de conversión continua. : LOS VALORES DEL REINO (Mt.11, 20-24)
¿Que nos enseñó Jesús mientras estuvo en la tierra?
Mientras Jesús estaba en la tierra enseñó la manera de ser feliz, de encontrar paz y de regresar a vivir con Dios. Su Evangelio aún se aplica hoy en día.
¿Qué hizo Jesús para enseñarles a amarse unos a otros?
Introducción para el Maestro – Con el fin de prepararse espiritualmente para enseñar esta lección, tenga a bien leer y meditar en cuanto a lo siguiente: Jesucristo dio el ejemplo perfecto de bondad y de amor. A lo largo de Su ministerio terrenal, Jesús mostró el amor que tenía por los demás cuando bendecía y servía a los pobres, los enfermos y los afligidos.
¿Cómo enseña Jesús a la gente?
Las enseñanzas de Jesús: Un modelo divino – Dentro de las enseñanzas de Jesucristo encontramos el plan para nuestra felicidad, redención y salvación. Este modelo divino incluye la fe en Cristo, el arrepentimiento, el bautismo, guardar los mandamientos de Dios, recibir el Espíritu Santo y perseverar hasta el fin.
- Jesucristo enseñó estos principios salvadores, los cuáles son el fundamento de su Evangelio.
- Poco después de su bautismo llevado a cabo por Juan el Bautista, Jesús enseñó su Evangelio y describió cómo ser un discípulo en un poderoso sermón llamado el Sermón del Monte.
- En este poderoso sermón enseñó a la humanidad la manera de vivir como sus discípulos.
Durante este preciado sermón, Jesús presentó una nueva norma de rectitud con base en los Diez Mandamientos. “No matarás” ya no era suficiente. Cristo requería que sus seguidores rechazaran el odio, que perdonaran e inclusive que amaran a sus enemigos. Le pidió a la gente que cambiara su corazón así como sus acciones. Bienaventurados los pobres en espíritu Jesús enseña que el reino de los cielos es para los que se humillan. Mateo 5:3
Bienaventurados los mansos A los que son enseñables, pacientes, humildes etc., se les promete “heredar la tierra”. Mateo 5:5 Bienaventurados los misericordiosos Jesús dijo: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36), es decir, aquellos que muestran misericordia también la recibirán. Mateo 5:7 Bienaventurados los pacificadores Aquellos que hagan las paces entre sí, dijo Jesús, “serán llamados hijos de Dios”. Mateo 5:9 Bienaventurados los que lloran Jesús promete que aquellos que lloran y se vuelven a Él encontrarán el consuelo que buscan. Mateo 5:4 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia A los que buscan la justicia se les promete que quedarán satisfechos debido a su deseo fiel. Mateo 5:6 Bienaventurados los limpios de corazón Aquellos que se esfuerzan por mantener la bondad en sus corazones y mentes, Jesús dice, “verán a Dios”. Mateo 5:8 Bienaventurados los que padecen persecución Cuando se persigue a las personas por vivir con rectitud, Jesús declara que “de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:10 Debido a la compasión y percepción divina de Cristo, Él era capaz de entender de una forma única a las personas que enseñaba y hablarles convincentemente a través de palabras simples y también por medio de parábolas.
- El uso de parábolas era un método de enseñanzas poderoso que encajaba con la tradición de su tiempo.
- Estas historias sencillas y a la vez excepcionales, representan un tercio de sus enseñanzas en la Biblia.
- El poder único de las parábolas es que contienen varios grados de significado y se pueden entender en niveles diferentes dependiendo de la preparación espiritual y sensibilidad del lector.
Sus parábolas enseñan lecciones importantes que aún se aplican en nuestro tiempo. Haz clic a través de un resumen de las parábolas de Jesús que se encuentra a continuación. Jesús enseñó que todo aquel que escoja venir a Él y trabajar en su viña tiene la oportunidad de recibir grandes bendiciones. (véase Mateo 20:1–16) Jesús nos enseñó la importante lección del perdón al preguntar: “¿No debías tú también haber tenido misericordia de tu consiervo, así como yo tuve misericordia de ti?”. (véase Mateo 18:33) Jesús enseñó que debemos amar a nuestro prójimo. La parábola del buen samaritano enseña que nuestro prójimo puede ser cualquier persona, incluso desconocidos o enemigos. (véase Lucas 10:25–37) Toda persona que se vuelva a Cristo recibirá su amorosa aceptación, independientemente de lo que haya hecho (véase Lucas 15: 11–32). A través de sus acciones, y específicamente milagros, Jesús enseñó lecciones importantes sobre la fe, el amor y la habilidad de Dios para hacer cosas grandiosas de nuestras ofrendas más humildes.
- Por ejemplo, cuando una multitud de 5.000 hombres y un número desconocido de mujeres y niños se reunieron a su alrededor cerca de Betsaida, Jesucristo los alimentó a todos con dos pescados y cinco panes.
- Oportunidades similares para enseñar— a veces mediante milagros y a veces mediante sus acciones, surgieron cuando se encontró con leprosos, hombres ricos, la mujer del pozo y los fariseos.
Él enseñó en reuniones religiosas y sociales, enseñó a los afligidos al sanarlos, enseñó a los poderosos al reprenderlos y enseñó a los pecadores al perdonarlos. Jesús continúa realizando milagros incluso hoy. Sus milagros inspiran relatos que pueden ayudarnos a acercarnos más a Él, y a medida que lo conocemos, podemos experimentar los efectos milagrosos de sus enseñanzas y de su gracia en nuestras vidas. “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa” (Mateo 9:27–31). “Y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Y cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que, mientras iban, fueron limpiados” (Lucas 17:12–19). Él sanó al enfermo y al afligido “Y cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella, y al instante ella se enderezó y glorificaba a Dios” (Lucas 13:11–17). “He aquí que sacaban a un difunto, unigénito de su madre, que era viudaY cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: No lloresY dijo: Joven, a ti te digo, ¡levántate! Entonces se incorporó el que había muerto” (Lucas 7:12–15). Él convirtió el agua en vino “Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. Y el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era” (Juan 2:1–11). “Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar” (Mateo 14:25). Él alimentó a miles con poco alimento “Y tomando los cinco panes y los dos peces, y mirando al cielo, bendijo y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió entre todos los dos peces. Y comieron todos y se saciaron” (Marcos 6:34–44).
¿Qué actividades realizaba Jesús y como enseñaba?
Jesús de Nazareth, hijo de Dios, vivió toda su vida predicando, sirviendo a su pueblo y llevando el mensaje de su padre al mundo. Pero también se le reconocen importantes e históricos milagros, como dos resurecciones, momentos que quedaron registrados en la biblia, para toda la eternidad. Conoce aquí siete milagros de Jesús: